Nunca he sido gran fan de las películas que duran más de dos horas, me empiezo a desesperar y la verdad se vuelve tedioso tener que seguir mirando la pantalla, a menos, claro, que la trama sea extremadamente interesante o que la calidad visual de la película me mantenga descifrando enigmas. Pero desgraciadamente, Fitzcarraldo no corrió con esa suerte conmigo y yo qué más quisiera mentirles y decirles que se me hizo una película con un ritmo... pero... no puedo.
Con esto no estoy diciendo que haya odiado la película, al contrario, el personaje y el actor (Klaus Kinski) se me hacen hechos tal para cual, mejor combinación no se podía. Fitzcarraldo tan egocéntrico y excéntrico complementa las exquisitas locaciones que nos ofrece Herzgog en el Amazonas...
Como podrán ver en la foto arriba expuesta, Fitzcarraldo se encuentra en medio de la selva con su fonógrafo tratando de calmar a los nativos con la hermosa voz del tenor Caruso, del cual Fitzcarraldo está perdidamente enamorado y ésto es lo que lo lleva a explorar entre la zona selvática del Amazonas y poder cumplir su sueño de construir una "Opera House" en medio de la selva. Su angustia durante algunos momentos, se vuelve tan exquistamente expuesta que hasta dan ganas de que le den angustia al Fitzcarraldo.
Una película realmente extraordinaria, con un presupuesto que considero exagerado (bueno, algo así, sería contradictorio que explicara el por qué), definitavemente una joya del cine alemán, con una fotografía y unas locaciones que siempre estarán en mi mente para recordame la belleza del mundo (y del cine, claro), pero sin embargo también una película un tanto larga que puede provocar una gran angustia para que llegue a su final (sin embargo, el final es hermoso) y bueno yo me pregunto, ¿quién no quisiera se Herzgog? Con esta megaproducción...
No hay comentarios:
Publicar un comentario