sábado, 3 de marzo de 2018

Reaparición y Respuesta a "¿Estudiar cine en México?"

Hay una frase trillada de Facebook que dice así:


Curiosamente esta frase será crucial en el desarrollo de este post, para todos aquellos que alguna vez visitarán por casualidad o coincidencia este blog abandonado por casi 4 años que hoy trata de condensar lo que le pasó a su humilde autora.

Después de una aparición en CNN (deplorable), una carrera (Psicología), colaboraciones en Revistas, algunos cortos y videoclips, tres intentos fallidos de ingreso al CUEC y dos al CCC, muchos cursos sobre cine, mucha gente, y mucho, pero muchísimo aprendizaje;  aquí me encuentro, casi 10 años después de haber escrito aquél post con más de 8,000 visitas (que para mí es un montón) con contenido desesperanzador acerca de la perspectiva del estudio cinematográfico en México.

Y es que aunque sé que mi historia con el cine apenas si se está construyendo, no quería desaprovechar la oportunidad para documentar en algún lugar (más para mí que para todos los lectores ya inexistentes de este blog) la actualización de mi psique alrededor de una pasión con la que llevo una constante relación amor/odio.

A quien no le cueste la decisión de dedicarse al cine, le pido que de una vez cierre la página porque va a ser imposible que entienda lo que hasta ahora me ha pasado a mí y a algunas personas de las que he estado rodeada a lo largo de la vida. Pero es verdad que a pesar de considerar al cine una de mis más profundas pasiones, también la considero uno de mis mayores miedos; el cine y estudiarlo ha sido en este último año un tema recurrente cuando voy al psicólogo, es la razón por la que a veces no puedo dormir, pero sobretodo también la más grande de las alegrías que he tenido y por eso que me gustaría resumir en algunos puntos el aprendizaje que en los párrafos anteriores he presumido (no va a ser fácil, pero aquí les va):

1. El cine es una carrera de pasión. A diferencia de las vidas de otros que a veces siento envidiar, la carrera de cine no es de las que se lleva flotando y consiguiendo un trabajo para después irse a la casa a ver Netflix, salir con los amigos e irse a dormir tranquila. No, no y otra vez no. Si uno piensa que con el cine, su vida se transformará en algo tranquilo para despertarse los domingos temprano y salir a correr, está completamente equivocado. Al cine lo alimenta la pasión antes que cualquier otra cosa, a pesar de que muchos presuman que es una carrera de contactos, estos contactos se consiguen con pasión; la creatividad, la inteligencia y el trabajo se tienen forzosamente que alimentar de eso y no de las ganas de otra cosa. No me malinterpreten pensando que la pasión es un pasiva porque no lo es, la pasión en el cine tiene que ser siempre activa.

2. En el cine no hay camino certero. Y no lo digo en forma pesimista, sino todo lo contrario y es por eso que el cine es tan surreal, pues absolutamente nada garantiza el "éxito" de un cineasta que recién empieza más que su absoluta y sincera condición humana. Si nos dedicáramos a hacer encuestas de cómo fue que cada cineasta icónico se convirtió en lo que es, nos haríamos más bolas que antes. 

Cada persona tiene su camino, así como ese post de motivación personal que sale ahora sobre los tiempos de cada persona, así es en el cine; cada uno de los aspirantes a cineastas tiene su propio camino y puede ser dentro o fuera de una escuela de cine, dependiendo de lo que convenga más a su personalidad. Yo por mis miedos, prefiero sufrirla acompañada y con alguien empujándome, por eso la escuela me hace bien, pero sé también de mucha gente que nunca en su vida supo qué era un Polarizador y hace cosas hermosas.

3. El cine es una insaciable adicción a la vida. Sí, suena a frase de telenovela, pero la escribí mientras veía la ventana pensando en lo que hablaban los dos hombres afuera de un restaurante cerrado. 

No sólo es la vida una de las mejores escuelas de cine, sino que también es un rasgo particular de los raritos del cine ser chismosos y adictos a las historias de otros, ya sea en la pantalla, en la calle, en un libro o sentados en un bar hablando con alguien.  Esto no excluye la vida propia, pero parece que nunca es suficiente sólo una dosis de vida, sino que siempre hay algo más que saber, que aprender de la vida. Un consejo, o muy trillado o muy oportuno que me dieron hace muchos años, fue el de que si no entraba al CUEC me fuera de viaje, a vivir otras experiencias en otros países y con otras personas y así se me abriría la mente para contar algo.

4. El miedo es una condición obligatoria del ejercicio cinematográfico. Queridos todos, si ustedes no han sentido alguna vez un miedo irracional y exagerado a aventarse a hacer cine o a aplicar a una escuela de cine, o si quiera a mostrar su trabajo consentido a un salón de clases, entonces definitivamente el cine no es para ustedes. O quizás y sí, pero yo soy ultra miedosa de regarla y por eso digo esto, pero la realidad es que acompañado de una gran pasión, también vienen grandes miedos.

El cuatrimestre pasado, en la clase de Guión en la que había que entregar nuestro primer borrador de de cortometraje, habíamos sólo tres personas: una amiga con guión, yo sin guión pero con ganas de escuchar uno y el Profesor. Después de leer y hacer devoluciones al guión de mi amiga, el profesor se pregunta por qué nadie ha venido a la clase y a mí se me sale del alma decirle: "Porque escribir un guión es quizá una de las actividades más perturbadoras que hay", él me mira un poco indignado y otro tanto intrigado mientras yo le agrego a mi comentario inicial, "Escribir un guión y leerlo en frente de un montón de gente implica una actividad psíquica tan grande como la de ir al psicólogo por primera vez; es abrirte y exponer tus ideas, tus inseguridades, frustraciones y deseos más profundos para que la gente te diga si le parece bien o no, es casi como preguntarle directamente a una multitud que sale del metro si piensan que eres una persona digna de seguir viviendo, pero más fuerte." El profesor se queda meditando mi comentario y agrega: "Es por eso que existen tantas historias malas, porque son en las que uno no se mostró a sí mismo". 

Me encantaría agregar a este post toda la conversación que tuvimos en torno al miedo esa vez, pero a lo que voy con esto es que cualquier arte es irremplazable por el hecho de que contiene subjetividad, algo que no se puede robar a nadie por más plagiado que sea el trabajo cinematográfico, y también es por eso que tampoco se le pueden robar a otros, los mecanismos para defenderse de la vulnerabilidad de ser y de ser rechazado que, inevitablemente se presenta en algunos momentos de nuestras vidas.

5. Paciencia, que todo llega. (Es más un autoconsejo que me cuesta mucho seguir). Una característica inherente del millenial (palabra que no existía hace 10 años) es querer ser reconocido por absolutamente todo lo que hace, pero la realidad sigue siendo otra. El cine no es Instagram, Facebook o si quiera Youtube, el cine es un trabajo artístico, subjetivo que lleva tiempo para consolidarse y que, como dije anteriormente, no siempre va a ser aclamado por otros, es más, su finalidad inicial no debería de estar ligada a ser reconocido, sino a expresarse por más que nunca se reciba un sólo aplauso.

La paciencia también viene para la creación y el "trabajar en cine" que muchos tanto anhelamos, pero, relacionándolo con el punto 2., a veces esto no sucede de las formas que esperábamos o de las que más nos gustaría; a veces el cine se logra como "side project", o en los tiempos libres que uno se hace mientras trata de mantenerse y es por eso que lleva más tiempo concretarlos, pero eso no quita de ninguna manera la vocación ni el título de ser o no ser un cineasta. 

Sabemos todos que por su poco reconocimiento como actividad indispensable para la humanidad, el cine en ningún lugar del mundo es tan bien pagado (si es que se paga por hacerlo) como la Ingeniería, la Medicina o las Finanzas, y es por eso que pocos son los que se pueden dedicar de lleno al cine y, es por eso mismo que, los títulos de ser o no un cineasta no dependen del trabajo que nos da dinero, sino de la pasión y la dedicación que le demos a esto.

Para concluir, les cuento un poco de lo que pasó conmigo durante este tiempo y en dónde estoy ahora. Como ya anticipé, me gradué como Psicóloga hace un par de años, estuve como colaboradora en revistas hablando de cine, lo cual me daba más insatisfacción porque pensav que hacer cine y verlo/criticarlo, eran incompatibles, así que fue por eso en parte que dejé de escribir aquí y en todas las otras revistas. Después de terminar la carrera, mis familiares pensaron que el tema del cine ya estaba olvidado pero se equivocaron. 

Lo único que había cambiado era mi perspectiva sobre hacer cine, y sí, no abandoné nunca la idea de estudiarlo pero sí renuncié a que alguien calificara mi aptitud para hacerlo. Hace un año y medio que estoy en otro país estudiando Cine, lo cual tuvo que más que ver con otras decisiones profesionales respecto a la Psicología y también, porque viniendo de visita a este extravagante país hace algunos años, me enamoré de él, prometiéndome regresar. 

Ha sido difícil continuar en el cine, no voy a mentir, pero también ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida.

Así es como concuerdo y concluyo con la frasecita esa (de Chavela Vargas o Mercedes Sosa, según) que puse inicialmente, pues, si uno quiere, nunca es tarde para regresar a eso que lo hizo vivir. En mi caso no sólo fue al cine a lo que regresé, sino también al país del que me enamoré y por supuesto, a este blog que ha sido para mí una reiteración constante de lo que soy y de lo que amo.

Gracias.
(Espero no volver a abandonarlo pero me gustaría mejor no comprometerme).